Abogado, escritor y poeta.
La pluma, pensamiento y acción del destacado poeta y escritor Fausto
Cruz Padrón, lo hacen sobresalir en las letras chiapanecas, nacionales e
internacionales.
Cruz Padrón, nació el 7 de junio de 1930 en Tuxtla Gutiérrez, municipio
enmarcado en el Estado de Chiapas, perteneciente a la República Mexicana.
Escribe desde los doce años influenciado por su padre, el médico y poeta
Galileo Cruz Robles. Su madre llevó el nombre de Agustina Padrón Fuentes y de
Ella también heredó su sensibilidad y gusto por las artes.
Estudió el nivel medio básico (preparatoria) en San Cristóbal de Las
Casas, Chiapas, y la carrera de leyes en la Universidad Nacional Autónoma de
México (UNAM), en la ciudad de México, donde también recibió clases de
Filosofía y Letras.
Como profesionista del derecho, desde los años sesenta ocupó el cargo de
Juez de Primera Instancia del Tribunal Superior de Justicia, en diferentes
Distritos Judiciales de Chiapas, tales como Pichucalco, Venustiano Carranza,
Copainalá y Playas de Catazajá.
Su paso por esos lugares dejó una imborrable huella, ya que, además de
su trabajo jurisdiccional, siempre se preocupó del destino de la juventud,
ocupándose de ellos a través de concursos de declamación y oratoria, así como
torneos de ajedrez y box que El mismo organizaba, con tal de que éstos no
extraviaran su camino en el vicio, y si en cambio forjaran su carácter en las
virtudes.
Fue maestro de filosofía en distintas escuelas del Distrito Federal y
Chiapas, así como catedrático de la Escuela Normal y Preparatoria de
Villaflores, donde radica desde hace años por haber contraído matrimonio con
Roselia Fernández Solís, con quien procreó sus hijos, Fausto Martín, Juan
Fabrizio, Roselia de Lourdes, Iván Albenir y Marcia de Jesús.
Contribuye a aclararle el camino la influencia edificante de un
personaje misterioso, descrito entre líneas y más adivinado en el sueño que
visto a la luz del día: Iván Albenir.
En su acervo bibliográfico, quedan algunas obras inéditas, de corte
novelesco, que llevarían los nombres de “El Pedicuro” y el Dios odioso con la
esperanza puesta en que éstas pronto vean la luz para satisfacción de los
ávidos lectores.
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