La playa es el lugar favorito de muchos, un espacio que brinda la naturaleza para deleitarnos la pupila e incluso encontrarnos a nosotros mismos. Por ello dos poetas tuxtlecos, Antonio Reyes Carrasco y Carlos de la Cruz, entre versos libres nos regalan las viviencias de este paraíso terrenal.
40
soles y 40 lunas
Recostado en la hamaca contemplo la playa,
medito un agua de coco con vodka.
Una gaviota que vuela muy bajo
se caga en la espalda del hombre que,
aderezado en bloqueador,
se asa a fuego lento en la arena
mirando las nalgas de la chica de diminuto bikini amarillo.
De pronto Adán y Eva pasan frente a mí,
están en el paraíso, ¡desnudos!
Se meten a la mar a lavar sus pecados.
Así es la playa donde la mar vomita
cosas que uno no espera,
cuarenta días y cuarenta noches es mi penitencia,
me crece la barba y otras cosas...
Me vuelvo una ola embriagada en reposo,
concupiscente y etéreo,
la noche ha llegado.
En la playa algunos cuerpos comienzan la danza horizontal del
amor carnívoro,
yo solitario copulando con la luna
mi única compañía desde siempre,
desde que madre me cantaba y yo dormía en su vientre.
Las olas son el eco de planetas en colisión.
Mis dedos se escurren en la arena,
el viento salado lame mi piel,
me he desnudado también
de mentiras, miedos, ropas.
En una playa como esta murió mi amigo Daniel,
yo encontré su cuerpo frío y tieso.
40 días y 40 noches
este es el sino que debe pagar el poeta
ser un estallido perenne
un hermoso sol negro que arde
en medio de la nada.
Antonio Reyes
Carrasco
Carlos Alberto de
la Cruz Suárez
Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.
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